Los bebés porteados están más tranquilos y lloran menos. Cuando el bebé está en contacto físico atendemos una necesidad primaria, la de seguridad.
Mejora la organización del sueño. Ayuda a que las fases del sueño sean más regulares y estables.
Promueve la lactancia materna, ya que el contacto físico aumenta la producción de oxitocina y prolactina.
El contacto piel con piel ayuda a la regulación de los sistemas del bebé; (temperatura, ritmo cardíaco, patrón respiratorio…). Por eso se practica en las unidades neonatales con bebés prematuros, y en cada vez más hospitales con bebés nacidos a término.
Favorece el desarrollo del vínculo con tu bebé. La seguridad que proporciona el contacto físico es la base del apego seguro.
Portear a tu bebé en un dispositivo ergonómico, con las caderas en forma de M (rodillas más altas que las nalgas) favorece el desarrollo de la cadera y la columna vertebral, previniendo la displasia de cadera y la plagiocefalia.
La posición vertical y el movimiento que le proporcionas durante el porteo, favorecen el desarrollo neuronal y le ayudan a tomar conciencia de sí mismo y del mundo que le rodea.
El porteo ayuda a la expulsión de gases, alivia el reflujo gastroesofágico y disminuye la incidencia del cólico del lactante.
El porteo favorece la estimulación de tu bebé, que recibe los estímulos del entorno desde una posición segura.
Elimina barreras arquitectónicas, puedes ir con tu bebé a cualquier sitio, y tener las manos libres.
Te ayuda a interpretar con rapidez las señales de tu bebé, proporcionando seguridad emocional.
Facilita la integración del bebé en tus rutinas diarias, pudiendo atender otras obligaciones y dedicar tiempo para ti.
¡Puedes continuar haciendo ejercicio físico mientras porteas!. En un portabebés ergonómico ambos estarán cómodos, incluso durante períodos prolongados de tiempo. Tu sistema musculo-esquelético se fortalece con el porteo y disfrutas de tu bebé mientras te pones en forma.